Hace tiempo que no publicaba nada en el blog, pero hoy, contra todo pronóstico y con café en mano, les traigo novedades. Estoy escribiendo estas líneas desde mi flamante máquina con Windows 11, que llegó a mis manos hace apenas una semana. Y sí, vengo con quejas… aunque no del tipo “drama total”, sino más bien del tipo “esto podría estar mejor, Microsoft”.
Pero antes de entrar en territorio pantanoso (hola, Windows 11), déjenme contarles cómo fue que terminé con esta computadora. Quizás más adelante les prepare una cronología digna de novela gráfica sobre mi historia con la informática, pero por ahora, vayamos al origen de esta nueva adquisición.
### Un cambio necesario (y no precisamente por capricho)
La cosa es que ya necesitaba otra computadora desde hace rato. Los seguidores de mi canal de YouTube (y los espías ocasionales también) quizás recuerden que mi anterior equipo venía dando señales de agotamiento. ¿La razón? Una caída estrepitosa en 2022 desde una mesa de plástico más alta de lo que dictan las normas de seguridad emocional. El resultado fue catastrófico: pantalla con pedacitos de vidrio que parecían polvo... o arena mágica, pero sin lo divertido.
Literalmente eran fragmentos tan diminutos que hasta la fe en Dios de cierta personita (cuyo nombre no menciono por respeto, pero ustedes ya saben quién) parecía más grande. En resumen: la compu estaba viva, pero apenas.
### Una madrugada, dos laptops y una decisión
Armado con mi iPhone 14 —que ya pide jubilación anticipada— empecé a buscar ofertas en Marketplace. Entre scrolls infinitos y anuncios sospechosamente mal redactados, me topé con dos candidatas: una Lenovo con 16 GB de RAM y un procesador AMD Ryzen (pero sin más detalles, como esos perfiles de citas que dicen “soy simpático y me gusta la pizza”)… y una HP que terminó siendo la elegida.
La operación se cerró en menos de 24 horas. A la mañana siguiente ya estaban mis aliados logísticos en el local, evaluando opciones. Algunos sugerían que, por mi discapacidad, sería mejor una laptop con pantalla táctil. ¿Mejor en qué sentido? ¿Para hacer malabares? Nadie me lo explicó. Finalmente, me decidí por una laptop HP tradicional, sin pantalla táctil pero con cuerpo de aluminio y alma de guerrera.
### Ficha técnica (modo nerd activado)
La máquina viene equipada con un procesador Intel i5 de 11ª generación, 4 núcleos y 8 hilos. Ya sueño con correr distribuciones de Linux en VMware, como quien se prepara para una primera cita con Tux. Tiene 16 GB de RAM, un SSD de 256 GB (pequeñito, pero rendidor) y puertos USB suficientes como para sobrevivir, aunque no como para montar un concierto de periféricos. Obviamente no tiene unidad de CD/DVD… porque estamos en 2025 y no en la era del hielo digital.
### Windows 11: luces, sombras y preguntas sin responder
Ahora sí, hablemos de Windows 11. La versión 24H2 me recibió con algunos comportamientos… peculiares. Como ese bug que cambia el nombre de las apps ancladas en la barra de tareas por cosas como “%1S!” o “Pinned App”, lo cual suena a experimento de laboratorio en beta eterna. Según Copilot —la IA de Microsoft con respuestas a medias— se trata de etiquetas genéricas que se aplican cuando las aplicaciones no tienen nombres accesibles. O sea: Windows se pone a improvisar.
Y me pregunto:
1. ¿Dónde están los planes de energía clásicos?
Los de "alto rendimiento", "equilibrado", "economizador"... desaparecieron como los buenos finales de serie. Ahora solo veo “mejor eficiencia energética” y un par más, pero los tradicionales brillan por su ausencia.
2. ¿Y por qué descontinuaron el querido WordPad?
Ese pequeño editor de texto que todos usamos alguna vez para tomar apuntes, hacer listas o escribir poemas malos. ¿Qué daño les hizo?
### Curiosidades de diseño (y advertencias de emergencia)
La estética de esta laptop recuerda vagamente a una MacBook Mid 2013, aunque en lugar de la manzanita iluminada tenemos un logo de HP texturizado, digno de un episodio de “Diseño de autor, versión OEM”.
Ahora, un dato curioso: esta computadora detecta si no está en una superficie plana. Si la intento encender sobre mis piernas, entra en pánico: dos pitidos largos, dos cortos, ventiladores en modo reactor, y calor como el de Baja California en julio. Así que, ya saben: siempre mesa, nunca pierna.
### Epílogo
Y así llegamos al final de esta pequeña odisea tecnológica. Si llegaste hasta aquí, te agradezco el aguante y la lectura. Si tenés alguna duda, sugerencia o querés que escriba sobre otro tema (tecnológico o de otro tipo), podés hacerlo desde el formulario de contacto del blog. También podés dejar tu opinión, saludar o contarme tus propias aventuras con computadoras testarudas. ¡Nos leemos en el próximo post!
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